sábado, 25 de diciembre de 2010

Carta de Luis Navarro Origel a su esposa. CRISTEROS

25 de Diciembre de 1926
Querida esposa:


¿También te angustia y te acongoja el pensamiento de la utilidad o inutilidad de mis pobres esfuerzos, la posibilidad o la probabilidad del éxito en el negocio? -del triunfo de la epopeya cristera- ¿O al menos la seguridad de contar con lo necesario, en efectivo y mercancías?... ¡Es muy natural y muy humana y racional tal angustia y preocupación!... ¡Pero recuerda que en este asunto, la salvación y salud de una Nación, mucho más todavía que en los individuos, no entra en juego solo lo natural y humano, sino también y principalmente lo sobrehumano, lo sobrenatural y divino!... Y si Dios Nuestro Señor quiere que venga la salvación por medio de los esfuerzos humanos y obrando al parecer solamente los acontecimientos naturales y ordinarios, ¡bien sabemos que éstos, es decir, los acontecimientos aún los puramente humanos y naturales que han de salvar a nuestra Patria y a nuestro pueblo, no son puramente las victorias que no lo transformarían sino superficialmente y quizá políticamente! Dios quiere más, mucho más de este pueblo: quiere hacer de él un modelo en el mundo, quiere enseñar al universo; ¡qué gloria tan grande puede darle un pueblo que en verdad sea suyo y quiera alabarlo y glorificarlo! Y bien sabes que esto no lo harán jamás, no podrán nunca esa transformación las victorias solas, sino los sacrificios, las víctimas, la sangre que todo lo fecundiza, que todo lo engrandece, que todo lo santifica, desde que fue derramada aquella Sangre Divina y que aún se inmola y seguirá inmolándose hasta la consumación de los siglos. ¡Porque el valor de la sangre es insustituible, porque el clamor de la sangre es un clamor terrible, que siempre llega y conmueve el Corazón de Dios!... Por lo mismo aquí sólo hacen falta sacrificios; nuestra Patria para salvarse sólo necesita vidas inmolada, cuya inmolación esté santificada por el amor de Cristo. Para lavarse de tanto horror, de tanta abominación de crímenes que van siendo ya seculares, este suelo necesita sangre, pues las afrentas y las ofensas terribles hechas a Dios por un pueblo, sólo con sangre se limpian. por otra parte, que la hora de la Misericordia, y de la Clemencia y del Perdón y del Amor ha sonado ya para México: ¿Dime tú  misma si no es evidente que ha sonado ya? ¿No es la hora del amor la que ha sonado para nuestra querida Patria si vemos que el Dolor ha llamado a todos los hogares que son verdaderamente mexicanos? ¿No es la hora del Perdón y de la Clemencia y de la Misericordia la que ha sonado si vemos que las víctimas se multiplican; que ha empezado a verterse la sangre generosamente derramada, la amada y santa sangre mexicana, la sangre mexicana, la sangre nuestra, de nuestros queridísimos hermanos? Y apenas ayer empezó a derramarse y es tanta y tan generosamente ofrecida la que estaba y está dispuesto a derramar nuestro Pueblo que amenaza inundar este suelo y salpicarlo todo; esto es lo que hacía falta, que no quede rincón de este suelo amado que no se lave con sangre, que no se santifique con el sacrificio. Por lo mismo ninguna vida sacrificada es inútil, ningún sacrificio es estéril. Por lo contrario, sólo es necesario, indispensable, insustituible; sólo eso no puede ser reemplazado; porque sólo eso pide el Señor para hacer grande y feliz a este pueblo. Las victorias vendrán después seguramente; pero ahora sólo sangre, solamente vidas inmoladas se necesitan"




Luis Navarro Origel


Es considerado el primer cristero de renombre levantado en armas, nació en Pénjamo, Guanajuato, México el 15 de febrero de 1897.

Fue alcalde de su natal Pénjamo, electo por el pueblo y proclamaba su fe desde el Salón de Cabildos de la Casa Municipal. Se inscribió desde el primer día en las listas de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, miembro prominente de la ACJMy fue uno de sus más relevantes y valiosos adalides. Fundó comités de la liga en Pénjamo, Abasolo, Irapuato, La Piedad y Zacapu.

Al no estar de acuerdo con las políticas gubernamentales, finalmente resolvió empuñar las armas el 29 de septiembre de 1926 tomando la ciudad de Pénjamo, aniquilando a la defensa local y apoderándose de los elementos de guerra de que disponía el gobierno.

Sostuvo un combate en Cuerámaro y otro en Barajas y pudo protegerse de la retirada cerca de Corralejo. El campo de operaciones de Luis Navarro fue la costa de Michoacán, faja de territorio que yace entre los Estados de Guerrero y Colima. Al llegar a Coalcomán se cambió de nombre haciéndose llamar Fermín Guitiérrez. Murió en combate el día 9 de agosto de 1928 en Las Higuerillas sector Tuxpan.

martes, 7 de diciembre de 2010

Sermón para Mártires Cristeros

12 de Mayo de 1921
Catedral de Morelia, Michoacán
Sr. Cgo. Lic. Don Luis María Martínez


"Solamente la Iglesia con su decisión infalible puede otorgar a un hombre el dictado glorioso de mártir. Pero sin prevenir ese juicio supremo, nosotros podemos afirmar que la muerte de nuestros hermanos sacrificados el 12 del mes de mayo que acaba de pasar, fue heroica, fue gloriosa, fue una gracia insigne de Dios para ellos y para nosotros. 


Mas la gracia de Dios no es algo aislado, sino algo que forma parte de una maravillosa cadena; no es una estrella perdida en el caos, sino un astro que entra en el concierto armonioso del universo; no es una flor que languidece en la soledad, sino que abre su cáliz para mezclar su aroma con todos los perfumes de una primavera; no es un relámpago que se pierde en la oscuridad de la noche, sino una espléndida mañana que brotó de una aurora y tendrá su mediodía. 


Dios eligió a sus víctimas; Dios preparó a sus mártires. Si nos fuera dado sorprender los misterios de las almas, si pudiéramos escrutar la íntima, la sacratísima acción de Dios en los corazones, hubiéramos descubierto en la frente delas víctimas la señal de predilección y hubiéramos seguido en el secreto de su vida interior el hilo celestial que preparaba su fin glorioso. A través del tiempo atrevámonos, hermanos míos, a sondear el misterio, que siempre será dulce para el corazón evocar el recuerdo de los hermanos muertos. Miradlos. 


Es el primero un anciano que consagró su vida a las nobles tareas del magisterio católico". Julián Vargas-. " Su virtud característica fue la firmeza inquebrantable de sus convicciones. Guardo incólume en su grande corazón la fe de Cristo sin flexibilidad ni timidez, y cuando pasó por nuestra Patria la racha revolucionaria doblegando los espíritus,como barre el huracán los flexibles tallos en los áureos trigales, él permaneció erguido, digno, sin que lo inclinaran hacia la tierra ni el peso de sus años ni la carga de su pobreza. Fue un hombre, fue un cristiano. Merecía ser mártir. En pos de él va un obrero, un representante de esa clase dignísima a la que en vano pretenden corromper los modernos agitadores porque tiene echadas hondas raíces en la tierra fecundada   en la Iglesia; -Joaquín Cornejo- "de alma de niño y corazón de fuego. Paréceme estarlo viendo, como tantas lo vi desde esta cátedra santa, reflejando en sus ojos las santas emociones de su corazón, vibrando al impulso de todos sus nobles sentimientos. Su pasión fue la Eucaristía: acercábase a menudo al banquete de los fuertes, y ¡Cuántas veces después del ímprobo trabajo, ya muy tarde, a la mitad del día, buscaba afanoso en este mismo lugar al sacerdote que pusiera en sus labios la Hostia Santa! Tuvo el anhelo, casi diría la obsesión del martirio, y pienso que con santa tenacidad arrancó al Señor esa gracia suprema. Vosotros obreros que me escucháis, compañeros suyos que recibisteis sus confidencias y fuisteis testigos de su virtud sencilla, decidme si exagero las nobles prendas de nuestro hermano muerto".


"También cayó gloriosamente  bajo la guadaña de la muerte, en la flor de su edad, un miembro de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana" -Rómulo González Figueroa- "Haré cumplidamente su elogio si digo que poseía el espíritu, todo el espíritu  de la benemérita institución: pureza de alma, entusiasmo juvenil, actividad de Apóstol; era lo que debe de ser un joven cristiano: una primavera, con sus floras, con sus perfumes, con sus esperanzas. 


-Yo os felicito jóvenes, porque habéis tenido un mártir y plegue al cielo que, templados vuestros espíritus por su fuerte ejemplo, troquéis mañana el noble entusiasmo de la juventud por el esfuerzo varonil que salve a la Patria.-No olvidaré, mis hermanos, al sencillo, al oculto, al humildísimo cristiano" -Felipe López- "que tantas veces vimos por las calles de esta ciudad con la maroma al hombro. Era muy bueno. No os referiré rasgo alguno de su vida,porque recibió el precioso don de ocultarse siempre. Si pueden las cosas pequeñas compararse a las grandes, el humilde aguador me hace pensar en el prodigioso obrero de Nazaret cuya vida interior fue vulgar a los ojos de los hombres, cuya vida interior fue admirable a los ojos de Dios. -Y después ... vienen los héroes ocultos de quienes desconocemos hasta el nombre: la doncella, que a pesar de ruda persecución tenía el valor de ostentar sobre su pecho la cinta azul y la dulce imagen de María Inmaculada. Esta Madre tiernísima  le dio sin duda a la fragilidad de su sexo el valor del heroísmo. -Y tantos otros cristianos heroicos que nosotros desconocemos, pero que Dios conoce. 


Mañana, en el día de la eterna justicia, nosotros los conoceremos y estrecharemos su mano fortísima y escucharemos sus íntimas confidencias en el seno de Dios. Dios eligió sus víctimas; Dios preparó sus mártires y nosotros los preparamos también. Sí, nosotros, ¿por qué no decirlo? Cada muerte gloriosa fue sin duda el fruto de una vida cristiana; pero todas ellas son nuestra obra, son el fruto de nuestros esfuerzos de todos por la causa de Dios.


Cuando hace más de un lustro vimos horrorizados en nuestra Patria la abominación de la desolación, dejamos los católicos el ocioso lecho donde yacíamos, sacudimos el indigno sopor y con los ojos fijos en la Virgen de Guadalupe y estrechando fraternalmente nuestras manos nos decidimos a obrar, a obrar como lo demanda nuestra fe que no ha muerto, a obrar como lo exigen las vigorozas tradiciones de nuestra raza. Comenzamos a unirnos, comenzamos a obrar; si queréis sin orden, sin método, como se agita el ejército entregado al sueño de vivac a quien sorprende el enemigo; por todas partes surgen combatientes, requieren las armas abandonadas en el suelo y entre el confuso rumor de gritos y de órdenes se aprestan al combate. 


Así surgieron, como indicio ciertísimo de que aún quedaba fe y fortaleza en la Nación Mexicana, primero la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, y después la Asociación Nacional de Padres de Familia y los Centros de Obreros y las Damas Católicas, y hasta las jóvenes quisieron tomar parte en el glorioso combate bajo la égida celestial de Santa Juana de Arco. 


Muchos pensaron que aquello nada era: ¡torpes! No acertaron a adivinar la copiosa mies futura en aquellas débiles agujas que verdegueaban en los húmedos terrones. La vida es así; se elabora lentamente, en el silencio. La organización católica comienza a producir sus frutos: frutos de valor, de sangre de bendición. Nuestros mártires son obra de Dios, pero ¡son también obra nuestra!¡Bendito sean! Esa aurora celestial produjo una mañana radiosa; para describirla es preciso buscar una forma de bronce en aquel libro del Antiguo Testamento que es como la epopeya de la fortaleza y la libertad; es preciso repetir la frase heroica que uno de los esforzados Macabeos arrojó, como un latigazo, sobre el rostro del tirano: "Quid quaeris et quid vis dicere a nobis? parati sumus mori, magis quam patrias Dei leges praevaricari (II Mac. VII-2). ¿Qué buscas? ¿Qué nos pides?, estamos dispuestos a morir más bien que quebrantar las leyes de Dios que recibimos de nuestros padres". ¡Que actitud tan gallarda, tan digna la del mártir cristiano! Es el tipo del hombre fuerte, porque ha vencido la suprema fuerza, que es la muerte; es el tipo de hombre libre, porque ha roto la última cadena de la esclavitud, que es el temor de morir. Cuando Cristo dijo a los suyos: "No temáis a los que matan el cuerpo" pronunció la última palabra de la libertad. El postrer baluarte  del tirano en su lucha contra la libertad es la bayoneta homicida; cuando se acaba el miedo a las bayonetas el miedo a las bayonetas, el tirano se desconcierta  y la libertad canta su triunfo. 


Solamente el cristiano posee el secreto de la verdadera libertad, porque solamente él puede gloriarse  de vencer a la muerte. 


La actitud del mártir cristiano no es la fría y salvaje del estoico; es más humana; es más divina: el cristiano muere con el amor en el corazón, con las lágrimas en los ojos  y en sus labios un grito sublime : el grito del entusiasmo, del amor, de la esperanza. ¿No escuchasteis, hermanos míos, ese grito heroico en la tarde inmortal del 12 de mayo? En medio de los rugidos de rabia de los verdugos, de los ayes de dolor de las víctimas, del ruido de la fusilería, del sorbo rumor de la multitud azorada, ¿No oísteis brotar de los labios moribundos de un anciano ese grito vigoroso, libérrimo, triunfante. ¡VIVA CRISTO REY!, ¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE!? Tu escuchaste Señora, el grito de fe y de amor de nuestro hermano heroico, Tú lo guardas en los íntimos repliegues de tu corazón tiernísimo. ¡Madre!, por ese grito, perdónanos. ¡Madre! por ese grito, sálvanos. 


Tú lo escuchaste también, Patria Mexicana, antaño gloriosa y hoy sacudida por terribles convulsiones, y ese grito llevó a tu corazón lacerado el regocijo y la esperanza; no todos tus hijos se han afeminado, no todos se han hundido en el cieno; todavía hay hombres, todavía hay héroes; que sea ese grito la aurora de tu libertad y el presagio de tu salvación. Porque nuestros hermanos murieron por Dios y por la Patria, como lo expresaron muy bien los organizadores de este funeral. 


Más hondamente que las balas homicidas penetró la imagen bendita de María de Guadalupe, y por ella, por su gloria, por defender su honor ultrajado, fueron al sacrificio. Esa imagen bendita prodigiosamente pintada por las rosas del Tepeyac, humedecida con las lágrimas de tantas generaciones, ungida con el amor de todos los mexicanos, encarna para nosotros la Religión y la Patria. ¿Me atreveré a decirlo? Mejor que nuestra gloriosa Bandera, la que conserva en sus pliegues nuestras glorias, la que simboliza nuestros anhelos, mejor que esa bendita Bandera, la Virgen de Guadalupe expresa las profundidades de nuestra alma nacional. ¿Lo dudáis? Cuando en el mes que acaba de pasar, obedeciendo tenebrosa consigna, los socialistas quisieron sustituir en nuestros templos la santa Bandera de la Patria por el exótico pabellón rojo y negro, emblema de odio y de sangre; en muchas ciudades de la República hubo sin duda viriles protestas y actitudes dignas; pero todo esto fue nada ante la inmensa conmoción que provocó en la Patria Mexicana el atentado contra la Virgen de Guadalupe; de todas partes se levantó un clamor de protesta, un grito de indignación resonó en la República entera; el socialismo se suicidó pretendiendo destruir la religión; y supo el mundo que para México hay algo que vale más que su Bandera, la Virgen de Guadalupe; que tocarla es tocar el alma nacional y que morir por ella es morir por Dios y por la Patria. ¡Dichosos nuestros hermanos que lograron enlazar y en un sólo heroísmo los dos más grandes amores de su alma! ¡Benditos ellos que en un solo holocausto ofrecieron su sangre al Dios del cielo y a la Patria de la tierra! ¡Pudiéramos nosotros imitar su ejemplo! 


Para el católico mis queridos hermanos, no es algo raro y extraordinario el heroísmo, porque la Iglesia Católica es la única que posee la Eucaristía, que es la semilla  del martirio. Ambiente de heroísmo respiramos al nacer bajo las bóvedas sagradas de las catacumbas; salpicada de sangre de mártires está nuestra Historia; y nunca faltará entre nosotros el martirio como nunca faltará la Eucaristía.


La Iglesia vive de dos principios, de dos sangres: de la sangre de Cristo que se vierte místicamente en el altar, y de la sangre de los mártires que se derrama de manera cruenta sobre la tierra. Ni la Misa ni el martirio faltarán jamás en la Iglesia. Estas dos sangres, hermanos míos, o más bien esa sangre, porque la sangre de los mártires forma con la de Cristo una sola sangre; esa sangre única es nuestra esperanza, es dulce, nuestra indestructible esperanza. Yo he tenido la audacia de haber esperado siempre la salvación de nuestra Patria; aún en aquellos momentos trágicos en que todo parecía hundirse en horrible catástrofe, yo esperé contra toda esperanza. Me parecía imposible que la Virgen de Guadalupe nos abandonara; no olvidé jamás que hay unos ojos dulcísimos que sin cesar nos miran, un corazón maternal que no cesa de amarnos, y cuando el espantoso cataclismo, vi hundirse el pasado, volví los ojos al Tepeyac para ver si se hundía también la sagrada colina; y al contemplar erguida, firme, serena la celestial imagen, miré tranquilo el porvenir, no vacilaría ahora; y si vacilara, buscaría en la inolvidable calzada de Guadalupe las huellas sagradas de la sangre cristiana, evocaría el recuerdo de la tarde gloriosa, escucharía en lo íntimo del alma aquel grito de vida en los labios del que iba a morir" -Julián Vargas-, "y estoy cierto de que la evocación me devolvería la fortaleza y la esperanza, y que yo gritaría también con todo el entusiasmo de mi alma: ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE! La sangre de la esperanza. 


Creyeron nuestros enemigos que iban a ahogar en sangre nuestros derechos y nuestro valor: ¡ciegos! No sabían que el tónico mejor para el espíritu es la sangre y que la que ellos hicieron derramar fructificaría en la República entera. ¿No veis mis amados hermanos, que en todas partes surgen compactos,organizados, valerosos, grupos de católicos resueltos a defender sus derechos y a morir si es preciso por su Religión? ¿Qué ha pasado? ¿Qué aura divina de fortaleza y libertad sopla sobre la Patria Mexicana? ¡Nada! Es que ha resonado por donde quiera el grito del moribundo, es que la sangre de nuestros hermanos muertos, por todas partes ha fructificado. La sangre es la esperanza. Su voz elocuentísima, que lleva el valor a los corazones humanos, sube a los cielos como una plegaria ardorosa y triunfante y arranca la misericordia al corazón de Dios. ¡Señor!, si nuestras oraciones no han sido suficientes para hacerte olvidar nuestros pecados; ¡Señor!, si nuestras lágrimas no han podido borrar nuestras culpas y nuestros gritos de arrepentimiento no han ofuscado las blasfemias de nuestros enemigos:  que la sangre de las víctimas unida a la sangre de tu Hijo traiga a México el perdón y la paz.


Hermanos: la mañana espléndida de la sangre nos hace esperar el ardiente mediodía de la salvación y de la felicidad. Por eso la muerte de nuestros hermanos nos parece amable y nimbada con la aureola de la gloria; por eso nos sentimos tentados a sustituir los negros crespones por los atavíos jubilosos y a trocar las notas tristísimas del Dies irae por los acentos regocijados del Te Deum glorioso. 


Más, mientras la Iglesia no pronuncie su fallo inapelable, nosotros tenemos el deber de rogar por las almas de nuestros hermanos, por si todavía necesitan ser purificadas por la oración y por el sacrificio".

martes, 30 de noviembre de 2010

CARTA A MI ESPOSA, DE JOSE MARÍA FERNANDEZ.

"Mi querida esposa:
El lápiz se me cae de la mano, no sé si escribirte o no hacerlo: digo esto porque si te escribo, quizá vaya a aumentar tus dolores; si no te escribo te formarás el concepto de que no te amo, de que no me acuerdo de ti ni de esos hijos tesoro de mi existencia por quienes he derramado abundantes lágrimas.
Voy a decirte: ¿Tendrás valor para escucharme? El 27 de abril de 1927 salí como te dije  en una carta que a México te escribí de Tepalcatepec, y creo que recibirías, salí de San Isidro a Coalcomán a verme con don Guadalupe Lucatero, con el objetivo de arreglar el asunto del ganado que tú supiste; pero a mi llegada a dicho lugar, encontré que el señor Lucatero andaba levantado en armas, y una multitud, por no decir que todos, lo secundaron, inclusive el señor que tu sabes. Llegar yo y ver aquel regocijo, que  el pueblo en masa aclamaba a Cristo que expuesto en la Custodia veía quizá con sonrisa placentera el entusiasmo de sus hijos deseosos de su Dios, al que hombres sin conciencia querían expulsar de las iglesias, de los hogares, etc. 
Ver yo aquel alboroto y sentirme entusiasmado, todo fue uno. La sangre hervía en mis venas,¿y? ¿quieres que te diga?, ¿no te enojas?, hubo unos instantes que me olvidé de mi esposa y de mis hijos, y enchido de febril entusiasmo también yo salí y grité con toda la fuerza de mis pulmones: "¡VIVA CRISTO REY!" -Desde ese instante soy soldado de Cristo, y ya ver{as que tu esposo no rayando a sus sirvientes, no tratando de ganados, no haciendo negocios, sino lo verás con el arma en la mano defendiendo la fe de mi esposa, de mis hijos y la mía. ¿No es esto una prueba del amor que te tengo?... Aquí estoy cumpliendo con un deber de cristiano, y abrazado con una cruz tan pesada que apenas puedo con ella. ¡Cuántas cosas! Hambres, fríos, persecuciones y calumnias, pero lo que más me duele y hace sufrir, es el recuerdo de ustedes... Sé que sufres mucho, querida mía, tú, no acostumbrada a ningún contratiempo de la vida, la única en tu casa y tratada siempre con el mayor esmero!
Y ahora ser yo el autor de tus sufrimientos. ¡Pero que digo, si sé que también eres cristiana y secundarás mi obra en forma distinta!
Yo con el arma y tú con la resignación, yo tostado del sol y hambriento y tú con tus plegarias, estamos fundidos en el mismo crisol trabajando por el mismo ideal y nuestra vista fija en el mismo punto... Dios... Imagínate que hay veces que tenemos combates que duran sin cesar 24 horas y que a diestro y siniestro caen sin vida nuestros valientes soldados. Muchos han muerto en mis brazos y al morir ¿sabes cuál es su última palabra?: "¡VIVA CRISTO REY!" Y enseguida van a recibir su palma a la Gloria... Yo tengo la esperanza de verlos a ustedes aquí en la tierra, pero si muero ten el valor de la señora Gutiérrez" -doña Carmen Alfaro Madrigal viuda de Navarro Origel- "No me llores, por el contrario ofrece a Dios el sacrificio de mi vida, y ¡vive Dios! que si me pierdes en la tierra me tendrás más solícito velando por ustedes en el Cielo. Desde aquella mansión de paz rogaré por ustedes y por todos aquellos que le hagan bien... Por acá se habla de arreglos; ojalá, ojalá y esto sea como lo hemos pedido. Nosotros no cejaremos ni un momento: vencer o morir, así lo hemos pretendido, ofrecido con juramento, y de no ser como lo hemos pretendido, que Dios mejor me quite la existencia.
Te abrazo desde estas regiones desoladoras, y aunque personalmente no estoy con ustedes, sí estoy con pensamiento y los ideales. No te he abandonado, estoy contigo; pero una fuerza superior e irresistible me obliga a dejarlos. Hay algo más grande que la esposa, los hijos y los bienes, y es Cristo por quien lucho, por quien sufro, por quien se debe dejar lo más querido de este mundo. Tocó mi corazón una vez, otra más, y entonces corrí como Saulo y le dije: "¿que quieres, Señor de mí?" "Anda" me dijo, "defiéndeme porque mis enemigos me acosan" . Sin esperar más y sin vacilación ninguna, dejé cuanto tenía: intereses, negocios, y lo más grande, lo más querido: mi esposa y mis hijos. Es muy dulce sufrir por CRISTO REY.
En nuestros sufrimientos tenemos mucho de consolador. Sabemos que nos dicen: bandidos, salteadores, en fin un cúmulo de calumnias. Pero ¿qué importa?, también a Cristo lo calumniaron, ¿y no El mismo ha dijo: "bienaventurados los que padecen persecución por la justicia?"... Por mi no te aflijas, al contrario, vive satisfecha de tu esposo. No te preocupes por el porvenir. Dios estará contigo. ¿Crees que dejará a la familia del que todo lo dejó por El? Imposible. Ya tengo hecho mi pacto con Dios: casi a diario, por no decir todos los días, lo recibo en mi pecho y todo se reduce a hablarles a ustedes... A mis hijos, hazles ver que si los dejé, fué por Dios, no vayan a creer que fueron abandonados por otra causa. Háblales siempre de Dios...
Adiós, mi querida compañera, único depósito de mis sinsabores y dichas; contigo abrazo a mis queridos hijos y sabes que si no nos vemos en la tierra, viviré para ustedes en el cielo.
Tu esposo, José María Fernández .
Dios y mi derecho.
¡VIVA CRISTO REY!  ¡VIVA NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE!  ¡VIVA EL PAPA!


*José María Fernández muerto en combate el día 9 de Mayo de 1929

sábado, 27 de noviembre de 2010

Versos para el 12 de Diciembre

Por: Miguel Agustín Pro, S.J.



¿A quién acudiremos en busca de consuelo,
sin patria, sin familia, sin techo y sin hogar;
Sino a Ti, que dejaste tu trono allá en el cielo
por conquistar la patria que quisiste habitar?

¡Errantes y proscritos, nos vedan, Madre mía,
volver a nuestra patria, que es patria de tu amor;
nos vedan que a tu lado pasemos este día;
nos vedan que a tus plantas pongamos una flor!

Qué importa que la muerte nos quite la existencia,
sufriendo del destierro la amarga soledad,
si en medio de las penas sentimos tu presencia,
sentimos que tu manto nos cubre con piedad.

EL CIERRE DE CULTOS

El cierre de cultos: Julio 31, 1926
J. Jesús Negrete Naranjo
Ecos de la Costa


“Al que has de tratar mal con hechos,
no trates mal con palabras”.
El Quijote.


I
Cayó en los corazones, como un rayo seco en mayo.
Ni la Iglesia ni el gobierno mexicano habían considerado, y rechazaban la posibilidad de una reacción popular ante el cierre de cultos.
Plutarco Elías Calles le propuso a Silvano Barba González el gobierno de Jalisco, para resolver una crisis política local. Silvano rechazó al punto el ofrecimiento: “Señor presidente, todas las circunstancias están en mi contra; usted no quiere creer que los católicos de Jalisco se van a levantar en armas. El General Joaquín Amaro, Ministro de la Defensa Nacional, tampoco me lo quiere creer, y el General Jesús Ma. Ferreira es de la opinión de ustedes”.
Esto ocurría en Julio de 1926.


II
Zuno, gobernador de Jalisco, daba nuevo impulso a la persecución religiosa; en los meses de junio y julio apretó: “En nombre de los principios filosóficos de la Revolución atacó, lleno de sevicias, a los obreros católicos de Jalisco”, según denuncia ante el presidente de la República; el 27 y el 28 de julio atacaron algunas iglesias de Guadalajara las fuerzas municipales de Guadalajara, hubo 600 heridos y numerosas detenciones; los seminarios fueron desalojados y cerrados a punta de bayoneta. Este hecho provocó gran manifestación; Zuno arengó a la multitud.
El joven Manuel Ontiveros, émulo de Anacleto, contestó: La Revolución, manchada con sangre de hermanos, ha sido y sigue siendo una farsa trágica... y en estos momentos, señor gobernador, os mofáis del pueblo, ofreciendo con largueza en público lo que habéis negado con dureza en privado”.
Aquello era un plebiscito, la multitud impidió contestar a Zuno.
Los enemigos políticos de Zuno, consiguieron procesarlo por sus actos de gobierno. Fue desaforado el 12 de febrero de 1926 (Diario de la Cámara de Senadores):
“Zuno ha causado graves males a la Revolución, pervertido los ideales, y hecho perder las bases populares y obreras en Jalisco”.


III
Por parte del gobierno exigiendo acatamiento que se echaba a andar por la violencia, se empleaba la brutalidad sin talento político, se subestimaron campañas educativas y de convencimiento; se hizo el incendio, se sobreestimaba la demagogia Callista; e inició la lucha: injusta, bárbara y estéril.
La conducta de los sacerdotes y del pueblo o de los fieles, desconcertó inmensamente por sorpresiva a Roma y al gobierno.
El pueblo y los sacerdotes tenían fe; el alto clero, el gobierno, opiniones; los mártires, los santos y los héroes florecen en medio de los ideales, bañados por la fe.
El conflicto quedó claramente sedimentado en la conciencia de los fieles, transformándose en auténtica actitud de ¡pueblo cristiano!


IV
“Pues ya lo saben ustedes: no les queda más remedio que las cámaras o las armas”. (Calles a los obispos, 21 de agosto de 1926).
En las cámaras la votación fue: 160 en contra y negando totalmente la petición de los obispos.
Las cámaras se negaron a escuchar y atender. Las armas empezaron a hablar.
El pueblo necesitaba guías y modos de organizarse. La conciencia de la asamblea popular, tiene sus ideales, sus planes, sus actitudes, sus métodos. En tres años de guerra esto se hizo claro y meridiano.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Apoyo y Oraciones desde Chieti, Italia


"El pueblo mexicano ha sido escogido por Dios en nuestros tiempos para patentizar con su heroicidad al mundo entero, que la vida de la Iglesia no fenece, sino que goza de una eterna vitalidad. Por medio de este pueblo quiere el Señor traer a la memoria de todo el mundo cristiano, aquel aviso divino de velar y orar siempre, ya que todas por partes las nubes de futuras tempestades se van haciendo más y más densas.
La heróica resistencia de los mexicanos ha llenado nuestro corazón de inmenso gozo, y rogamos al Señor que se cumpla en ese pueblo aquella divina promesa: Beati qui persecutionem patiuntur propter justitiam quoniam ipsorum est Regnum coelorum".

Nicolás Monterisi, Arzobispo de Chieti, Italia. 29 de Octubre 1927

viernes, 19 de noviembre de 2010

MANIFIESTO CRISTERO 1º de Septiembre

"Respetar la Ley Constitucional en materia religiosa es respetar el Artículo 3º de la Constitución que establece la enseñanza laica" -y ahora la socialista, con la reforma cardenista- "y viola el derecho  del niño a conocer la religión de sus padres; es respetar el Artículo 5º que prohíbe las órdenes monásticas y niegan el derecho a consagrarse los hombres a Cristo en la regeneración del pueblo; es respetar el Artículo 24º que prohíbe las manifestaciones externas de culto y encierra a Jesucristo en las Iglesias, y prohibe al pueblo que lo proclame Rey, en sus ciudades y en sus campos; es respetar el Artículo 27 que niega a los católicos el derecho de propiedad sobre los templos que levantó la fe de sus abuelos y que recibieron de sus padres como un precioso legado, como si las hordas revolucionarias fueran dueñas de esos templos y los pudieran dar a su arbitrio, como lo hacen, a los enemigos de los católicos que construyen  tales templos con sus dineros y sus trabajos. Respetar la ley revolucionaria es respetar el Artículo 130, verdadero código de tiranía, que niega a la Iglesia su personalidad jurídica, tratando como esclava de la revolución a la Señora de las Naciones; que arrebata la familia del seno de la Iglesia instituyendo el matrimonio civil; que considera a los Sacerdotes casi como empleados del gobierno; que niega alos católicos el derecho de asociarse políticamente para defender sus derechos religiosos, como si la Iglesia que tiene derecho para llamar a sus hijos con el tañer de las campanas, para la oración, no lo tuviera para llamarlos al combate con el sonar de sus clarines. Respetar la ley constitucional sobre materias religiosas es respetar los artículos que son los eslabones de la cadena del pueblo".
ARMANDO TELLEZ VARGAS
Armando J. Ayala,miembro del “Círculo Jaime Balmes”, Grupo Local de la ACJM , de la población de Coyoacán, de la Jefatura Local de la LNDLR, en el mismo lugar,y del Ejército Nacional Libertador, siendo clarín de órdenes del General Enrique Gorostieta Velarde, entonces Jefe de ese Ejército en el Estado de Jalisco, muerto en combate en Palmira, lugar del Estado de Zacatecas el 17 de Noviembre de 1927.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¡NON OMNIS MORIAR! ANTONIO ACUÑA RODRIGUEZ

Rancho “El Cedrito” en el estado de Coahuila, un frío amanecer del 13 de enero de 1927. Antonio Acuña y su asistente, un joven de nombre Teodoro Segovia, van a ser fusilados por manos de soldados federales. ¿El motivo? Se trata de dos jóvenes cristeros, defensores de la causa de Cristo Rey en México, caídos prisioneros.

Antonio cuenta sólo con 20 años de edad y es uno de aquellos generosos muchachos como José Sánchez del Río, Tomás de la Mora, Zenaida Llerenas, Salvador Vargas, José Valencia Gallardo o Manuel Bonilla, entre otros muchos, que son auténticos héroes y orgullo de la Patria, porque les tocó vivir una etapa histórica especialmente difícil y ellos respondieron con una altura de ánimo admirable, ya que no dudaron en sacrificar sus vidas en aras de los más nobles ideales que puede proteger un ser humano, la defensa de la libertad religiosa y el honor debido sólo a Dios.

Antonio Acuña Rodríguez era un joven coahuilense que vivía en la capital, Saltillo. Para todos sus conocidos se trataba de un muchacho ejemplar, afable y lleno de vitalidad. Era muy querido por sus amigos y por los adultos, pues todos admiraban su noble comportamiento en el que destacaban varias virtudes, como la nobleza de carácter, la valentía y la fidelidad a la palabra dada.

El secreto de Antonio consistía en que desde muy joven se había afiliado a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), de la cual había abrazado sus altos ideales, ya que dicha organización buscaba la formación varonil y cristiana de los jóvenes mexicanos al servicio de la Patria.

Desde los tiempos de la revolución de Carranza, 1914 y en adelante, la tempestad de la persecución religiosa se había abatido sobre México. Los sacerdotes y los católicos se veían penalizados en el sagrado derecho de su libertad religiosa por ciertas leyes gubernamentales. La constitución de 1917, promulgada en Querétaro, se mostraba abiertamente hostil contra la Iglesia católica y la libertad religiosa de los ciudadanos, que es un derecho humano primario.

Para colmo, desde que entrara a la presidencia, en 1924, el gobierno persecutor de Plutarco Elías Calles se había hecho oídos sordos al diálogo y con su intransigencia logró exasperar los ánimos de la buena gente, provocando con su irresponsable actuación el levantamiento popular de los católicos en defensa de la Patria y de sus valores más sagrados.

Los alzamientos populares comenzaron a mediados de 1926 en diversas zonas rurales de los estados centrales de Jalisco, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán, y rápidamente los ecos llegaron también a las regiones del norte del país. Como muchos otros jóvenes coahuilenses, Antonio se estremeció de indignación al saber que el ejército federal se lanzaba contra los defensores de la causa de Cristo Rey. ¡No, él no podía quedarse con los brazos cruzados cuando en torno a él aumentaban las profanaciones de los templos, los sacrilegios y se dilataba la violenta persecución que amenazaba segar la fuente del valor cristiano en los pechos de los buenos creyentes de todas las edades!

El patrimonio histórico de una nación

La memoria histórica de una nación es un componente esencial de su identidad y un elemento que ayuda a explicar mejor el presente. Quien se olvida de la memoria histórica, o peor aún, quien desea cancelarla se ve en el difícil dilema de vivir en el presente sin saber interpretarlo.

Pretender borrar la historia –ciertamente algo peor es deformarla o manipularla alevosamente– significa el rechazo a juzgar la actualidad con la experiencia de los hechos pasados para olvidar los errores cometidos, o no preocuparse de conocer los ejemplos de personajes históricos dignos de reconocimiento.

Por el contrario, recuperar y valorar la memoria histórica de la nación es un modo de imbuirse en el pasado, mas no con la vana ilusión de reproducirlo anacrónicamente, sino para aportar enseñanzas valiosas que sirvan para iluminar el presente y el porvenir que se debe construir. Es la verdad de los hechos históricos junto con las enseñanzas obtenidas, la luz que ilumina los pasos de una nación y de su porvenir.

En este sentido, los hechos históricos de la Cristiada son todavía poco conocidos en el México moderno, pero hay que advertir que con frecuencia han sido silenciados deliberadamente, y otro tanto manipulados para ocultar la verdad. Pero los nombres de los héroes y de los mártires están ahí y no pueden ser silenciados o ignorados. Por eso es muy oportuno rescatar su memoria del olvido para conocer lo que hicieron y para sacar lecciones civilizadoras que puedan motivar a las jóvenes generaciones.


Dios es primero

Ante la vista de los atropellos que se cometían, Antonio comprendió que había llegado el momento de actuar. ¿Por qué, si no para esa ocasión, se había estado alimentando to-dos los días desde chico, cuando hizo su primera comunión con el Pan eucarístico? ¿Qué era lo que había aprendido como entusiasta miembro de la ACJM, sino que es preciso defender el honor de Dios antes que claudicar delante de los hombres?

El año 1926 tocaba a su fin cuando Acuña, al igual que otros jóvenes de corazón generoso, se alistó en la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, dispuesto a afrontar los sacrificios que esto le supusiera. Desde el inicio su entusiasmo, su deseo de servir a los compañeros de ideal, su valor sereno y su ejemplo bastante conocido en la sociedad saltillense, le designaban para un puesto de mando en el estado mayor de la Liga. Así fue; pronto resultó nombrado delegado por Saltillo, a pesar de su juventud, y se entregó con todas sus energías a desarrollar las actividades pacíficas, que primero ensayó la Liga, pero que no quedaban exentas de peligros para su misma persona, en caso de ser descubierto como miembro de la LDLR.

Antonio soñaba con estudiar en la universidad para capacitarse entre los mejores y poder adquirir un título profesional, que el día de mañana le permitiera ser un hombre de provecho en la sociedad. Pero las circunstancias difíciles que le tocaban vivir y los deberes sagrados con Dios y con la Patria estaban en primer lugar que sus intereses personales, así que no dudó cuando tuvo que elegir. Sabía muy bien todo lo que arriesgaba, pues su activa filiación católica en aquella Liga sería más tarde quizá un obstáculo para terminar su carrera y alcanzar las metas que se había propuesto. Claro, todo esto suponiendo que saliera con vida de la empresa en que se había metido.

Mas ahora no importaba eso delante del deber imperioso de salir en defensa de Cristo Rey y de la Iglesia que veía sus derechos ultrajados en aquel pobre México sometido a la prueba por sus perseguidores. Ese era el presente y ese era el reto y noble ideal por el que apostaría generoso sus veinte años cargados de vitalidad. Pero, ¿y si moría? Pues él estaba dispuesto a dejar la vida sirviendo a la Patria, quien tiene el derecho de esperar que sus mejores hijos la sirvan, poniendo en el empeño los dones de inteligencia y de corazón que Dios les da.

Los jóvenes mexicanos de aquella generación no dudaron en dar su vida para hacerla progresar en la verdad y darle a México un nombre entre las demás naciones libres de la tierra. En cambio, ¡cuántos jóvenes y adultos vagan hoy sin esperanza, sin ideales altos, sin ley ni amor a Dios, cuyo santo temor es el principio de una vida recta y feliz! Hoy parece que los mercenarios del alma, gentes sin escrúpulos ni valores morales, se los arrebatan y les hablan de falsas libertades, les aturden los oídos con derechos inexistentes y contrarios a la naturaleza humana.

Antonio no deseaba morir para servir de ejemplo a las futuras generaciones de jóvenes, ni para que se hablara de él con admiración o tal vez con recelo. Nada de esto le importaba. Él quería sencillamente ofrendar su juventud por Cristo, acudiendo a la llamada de la Patria que estaba siendo vejada y deshonrada en su misma alma católica, en la que radica la esencia de su misma identidad mexicana. Si moría por defender los derechos sagrados de la libertad religiosa de las personas, entonces lo hacía basándose en el ideal puro en su mente y por un fuego de amor que ardía en su corazón. Para ello se había enlistado en la LDRL.

El Ejército liberador de Cristo Rey
Las actividades de resistencia pacífica de la Liga, como el boicot que organizaron contra la compra de los artículos de consumo producidos por el Estado no prosperaron, pues salvo en Jalisco y en algunas regiones del centro, en el resto del país no encontraron la misma resonancia civil. Mientras 1926 llegaba a su fin, la persecución religiosa en México aumentaba de tono. Los asaltos a los templos y parroquias por parte de grupos comunistas denominados “camisas rojas”, las vejaciones y también los asesinatos de católicos, se multiplicaban en diversos puntos de la geografía nacional.

Estaba al orden del día la expulsión fuera del territorio nacional de sacerdotes y de obispos, por el mínimo pretexto. El gobierno de Calles creía que gozaba de total impunidad y libertad para imponer por la fuerza sus leyes inicuas en una nación que veía cómo le pisoteaban sus derechos más sagrados.

También el episcopado mexicano había actuado, pero para ordenar el 31 de julio de 1926 el cese temporal del culto religioso y el consecuente cierre de los templos, iglesias y oratorios de todo el país; lo hacían con el fin de proteger a los sacerdotes que vivían perseguidos y para evitar los actos sacrílegos en los lugares sagrados. Los sagrarios de los templos e iglesias quedaron entonces vacíos y en muchos de ellos la gente había puesto carteles con la leyenda “NO ESTÁ AQUÍ”.

Fue entonces que los buenos católicos no pudieron permanecer más tiempo impasibles ante la vista de tantos desastres e injusticias, y, comenzando por el centro, se levantaron los primeros núcleos de defensores que tomaron las armas para hacer valer sus derechos sagrados. Eran hombres y jóvenes, campesinos en su mayoría, tal vez mal vestidos y pobres de caballos, de armamento y de otros bienes materiales indispensables, pero riquísimos en los más nobles sentimientos de amor a Jesucristo, a la Virgen de Guadalupe, a la Iglesia y al Papa, y llegarían a formar el Ejército Libertador de Cristo Rey.

Antonio Acuña no tardó en alistarse dentro de sus filas, en su tierra natal. Siempre había sido un valiente muchacho y ahora ya era un soldado de Cristo Rey. Por su resolución y su valor, desde el primer momento se colocó al frente de uno de aquellos núcleos, y también se esforzó por reclutar a más defensores. Los jefes de la Liga admiraban el valor y la decisión del joven Acuña, de manera que le dieron el grado de mayor, en el incipiente ejército libertador.

Soldado de Cristo Rey

Como soldado de Cristo Rey su trayectoria resultó muy breve. En Coahuila eran pocos los núcleos alzados en armas y por este motivo, la resistencia fue menor que en otros lugares de México. En realidad hay muy pocos datos acerca de las actividades de estos jóvenes cristeros saltillenses. El caso es que Antonio cayó prisionero, junto con su asistente, Teodoro Segovia, a inicios de 1927. Se les condujo ante las autoridades militares y se decretó la pena máxima contra ellos, y esta disposición debería llevarse a cabo en la mayor brevedad posible, sin previo juicio y sin la posibilidad de la intervención de algún abogado a su favor. Los soldados federales que recibieron la orden sintieron una profunda pena por tener que fusilar a un joven tan amable, tan atractivo por su gentileza y su bondad de corazón, además de tan valiente y conocido en la sociedad.

Alguno le rogó que tuviera consideración de su propia juventud y de su futuro, que se truncaba de modo tan triste; que pensara en los miembros de su familia, en sus amigos. Le prometieron que si renunciaba a la defensa cristera y se unía a los federales, le perdonarían la vida y que hasta podría conservar su mismo grado militar en el ejército. Pero a los ojos y oídos de Antonio todo aquello equivalía únicamente a traicionar a Cristo y la santa causa que defendía, por la que estaba dispuesto a sacrificar su misma vida.

—¡Morir! No crean que eso me apena. Moriré en la tierra, pero viviré eternamente en el cielo con Cristo Rey, a quien he querido servir siempre. ¡Soldados, cumplid con este encargo! También ustedes son católicos y dan muerte a un hermano en la fe. No los culpo, porque sirven al ejército nacional y obedecen las órdenes de sus jefes. Adelante pues, que los perdono de corazón.

Así fue como Antonio y su asistente Teodoro Segovia, dos jóvenes valientes, cayeron fusilados en el rancho llamado “El Cedrito”, en un triste amanecer del 13 de enero de 1927.





¡NON OMNIS MORIAR!

Aquel gallardo joven de veinte abriles,
encanto y esperanza de un noble hogar,
al sentirse hecho blanco de los fusiles,
afirmó sus hermosos rasgos viriles
y miró a sus verdugos sin pestañear.

"Soldados" -Dijo luego con voz entera-:
"Es mi última palabra... voy a morir...
pero no muero todo, Cristo me espera...
ya, teñida en mi sangre, ved su bandera
flotar sobre la Patria y el Porvenir...
En México sus iras vuelca el Infierno,
el tirano se encumbra, gime la ley.
Y yo muero... no importa...Cristo es eterno...
Ustedes son soldados de un mal gobierno,
pero yo soy soldado de Cristo Rey".

Una pausa suprema... brilla la hoja
de una espada desnuda... signo fatal...
Un cadáver encharca la tierra roja, 
y estremece las ramas una congoja:
es el viento que bate su funeral.

Duerme en paz en tu fosa, joven soldado,
con la tierra sangrienta por ataúd...
No dormirá tu nombre, será el sagrado
grito de las batallas, pues ha jurado
salvar a nuestra Patria, la juventud.

Cuando por fin, vencido, ceda el Infierno,
el tirano sucumba, triunfe la Ley,
sonará, son de bronce, tu grito eterno:

"Ustedes son soldados de un mal gobierno, 
pero yo soy soldado de Cristo Rey"

viernes, 1 de octubre de 2010

En el Cuartel Colorado

La escena sucede en el Cuartel Colorado, en Guadalajara, Jal, El 1o. de abril de 1927.


Comandante del Cuartel:


¡Responde mocho infeliz!
Ora sí ya me cansaste!
¡Toma!, ¡toma!, ¡desgraciado!
¡esto! y ¡esto!, ¡zape!, ¡zape!
¿Dónde guardan al obispo?
Nomás dime en qué paraje
me lo tienen escondido
pa'que yo mismo lo saque.
¿Dónde está Francisco Orozco,
que es el mero responsable
de toda esta rebelión?
Ese viejo es un cobarde
que mandó morir en masa
al campesino ignorante.
¡Dimelo ya! ¡Mentecato!
Que ya me desesperaste,
con tus labios apretados.
¿Cómo puedo hacer que me hables?
¡No te quedes como mudo,
que no quiero hacer corajes!
Ya llevas ahi varias horas
colgado de los pulgares,
recibiendo hartos guamazos
y sólo tus puros ayes
han salido del hocico.


¡Pégale soldado!, y dale
varios fuertes culatazos,
para ver si se disuaden
de lo que no es conveniente
continuar así, callándose.
¿Qué estás haciendo, soldado
con la navaja cortándole
en las plantas de los pieses?
¡Ah! Pa'que así se desangre
y que esos grandes dolores
por fin hagan que nos hable.


* * * * * * * *


 Anacleto:


Jesús, que eres Rey y Gobernante
y gran Legislador
y Juez universal y Vigilante
supremo, y gran Señor
de este Pueblo que siempre te ha seguido
con fe, con esperanza y con amor;
a Ti, que eres el Cristo, el Elegido,
el insigne Maestro y el Mesías:
con toda confianza te lo pido,
- en este que es el fin de nuestros días -
nos brindes la señal
que en tu último mensaje prometías
a aquellos que te siguen al final:
si toman en sus manos la serpiente,
no tendrán ningún mal.
Hoy existe una vívora inclemente
que se dice llamar "revolución",
que intenta con un odio persistente
borrar y desterrar de la nación
la marca que tu dedo dejó escrita
y nos dio vocación:
¡tu insigne cruz bendita!
¡Oh!, mi Buen Jesús: danos tu fuerza,
porque la voluntad se debilita:
Tú conoces muy bien esta perversa,
satánica intención de mi verdugo,
que quiere que me tuerza
y que traicione a la Unión, por el mendrugo
de un poco de piedad en su tormento,
pretende que, exprimiéndonos el jugo
de nuestra resistencia al sufrimiento,
nos doblemos al fin y le digamos
lo que él quiere saber. En este intento
los pobres matarifes, - nuevos amos -
ignoran para qué sirve el poder;
no tienen ni dos gramos
de cerebro, pues piensan al tener
la fuerza bruta, que cualquier delito
se puede cometer.


Yo sé que para un Cambio, es requisito
y causa necesaria,
que en un gran plebiscito
votemos con la sangre voluntaria.
Así, nos confesamos candidatos
de esta inusitada democracia,
legítima expresión de tu mandatos
y auténtico reflejo de tu gracia.
Así somos, Señor, representantes
de los mudos, los ciegos, los inválidos
de todos los enfermos e ignorantes,
y todos los paupérrimos escuálidos,
las víctimas pasivas del tornado
de la desolación y del perjuicio
que es el fruto nefasto y desdichado
de esta "revolución del estropicio".
También representamos a los muertos
que hicieron, de la patria, los cimientos
y que abrieron los surcos de los huertos,
y enseñaron así los rudimentos
de nuestra mexicana idiosincracia:
ser noble, hospitalario, buen cristiano,
ingenioso y leal, y la desgracia
de darle sumisión, hasta al tirano.


Hoy porto con orgullo y alborozo
la clámide de Arístides el Justo,
que sufre el proceder ignominioso,
de un ostracismo injusto.


No soy digno Señor, que en esta hora
me dés el privilegio de imitarte,
y que dentro de tu obra redentora
me dejes formar parte.


Permíteme Señor unos instantes
para que en un examen de mi vida,
repase algunos hechos importantes
que tuvieron cabida:
Aquellos ejercicios ignacianos
que me comprometieron al servicio
. Primer grupo de jóvenes cristianos:
"Falange de la Patria": ¡buen inicio!
Y la Acejotaéme:¡compromiso
de un joven de altas miras y deseos;
la revista "Palabra", que deshizo
los prejuicios masónicos y ateos.
Y cuando en mis ideales fuiste Tú,
el centro de una entrega radical,
entonces me enrolé y juré en la "U",
que iría a luchar por Dios hasta el final.
Pero un buen dí me puse a meditar
en un buen grupo de lucha y atractivo;
así entonces surgió la Unión Popular
con jefes consagrados al Dios vivo.
Conseguir a los líderes, primero;
luego, formarlos en la fe divina;
comprometerlos con ardor sincero;
y luchar, con reserva y disciplina.
Así se organizaron los plantones,
y aquel gran boicoteo antigobiernista;
las marchas y las firmas por millones
y el éxito de Gladium, la revista;
y reuniones y charlas, conferencias
y muchas tandas de oración intensa
que fueron despertando las conciencias
y el derecho civil de la defensa.


Parece hoy que el cristiano es el desecho
que se tira, se escupe, y que se aplasta,
Debemos defender nuestro derecho
y gritarle al gobierno que ¡Ya basta!


* * * * * * * *


Comandante del cuartel:


Vamos a ver si estos mochos
por fin ya escupen su voz.
Dale un zurrazo a esa bestia
pa'que sepa quién soy yo.
¿Cuánto más esperaremos
esta muda situación?
Parece que el Maistro Cleto
me quiere hacer un boicot.
Pero no le va a salir.
¿Cuánto golpe tendré yo
que propinarle a esta necia
sanguijuela de su dios?
Todo esto que estoy haciendo
es por orden superior
que viene directamente
del señor gobernador,
quien a su vez obedece
al mero mero, que es hoy
el presidente Elías Calles,
que de la gran Revolución,
se dice "Jefe Máximo".
Más sin embargo, si no
me lo hubieran ordenado,
por mis pantalones voy
que igual lo hubiera cogido,
e igual le diera una coz,
o igual lo hubiera colgado;
pues yo guardo un gran rencor
contra estas méndigas ratas
de la maldita reacción,
y de lo que huela a cura,
y a parroquia y a Dios.
Y pues se ve que estos jijos
siguen de mudos, y no
se ve que halla nada
que los doble, lo mejor
es que de una vez por todas
se vayan al paredón.
Sargento Sánchez: ya es hora.
Llévelos de dos en dos,
y dígale Usted al cabo
que prepare al pelotón,
porque a estos mochos tan machos
ya se los va a llevar Dios.


* * * * * * * *


Anacleto:


Un momento, señores, se los ruego,
ahora sí que hablaré:
Les juro por mi Dios que los perdono
de todo este tormento desde ayer.
Ustedes sin saberlo, me están dando
el premio más valioso del cuartel:
¡el privilegio de morir por cristo!
¡Cuánto he de agradecer!
Y al extender como una cruz mis brazos,
veo los cielos abrirse, y bien lo sé
que el sueño que inpiró a García Moreno,
será una realidad alguna vez.
pues una fuerza nos mantiene a todos:
la fuerza de la fe.
Oídlo una vez más, pueblos de América,
igual que lo gritara don Gabriel:
"saber que muero, pero Dios no muere".
¡Que Viva Cristo Rey!






Notas:


El Exmo Sr. Dr. Don Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara, al iniciarse la fase violenta de la Persecución Anticristiana (enero de 1927), continuó haciendo su misión pastoral, pero en forma clandestina. Naturalmente, no tuvo ningún compromiso con la rebelión cristera, antes bien la trató de evitar.


Mc, 16, 17-18


La Unión Popular: organización fundada por el Beato Anacleto González Flores en 1925.


Es la idea central del artículo "El Plebiscito de los mártires", que A.G.F. publicó en abril de 1926.


devastación, ruina. Se refiere a la obra destructora de la Revolución Mexicana.


Cfr. Ib.: "El Voto de los Muertos", abril, 1926.


Arístides el Justo: militar y político ateniense, héroe de la batalla de Maratón; famoso por su honestidad, sufrió estoicamente la injusta pena del ostracismo; es decir, el destierro de su amada ciudad. Como griego, portaba por la espalda una clámide, que era una pequeña capa de lino.


A.G.F. tomó una tanda de ejercicios espirituales de San Ignacio, cuando tenía 17 años, que lo convirtieron a un cristianismo de alto impacto y testimonio.


Fundado en 1912, con sus compañeros de estudio en Guadalajara.


ACJM: Asociación Católica de la Juventud Mexicana, organismo seglar de la Iglesia, fundada por el padre Bernardo Bergoend en 1913, que bajo la consigna de "Oración, Estudio y Acción", form&oaacute; una multitud de jóvenes que dieron un magnífico testimonio en esta época. A.G.F. militó en ella de 1916 a 1922, dando jugosos frutos con sus conferencias y obras de apostolado.

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