martes, 30 de noviembre de 2010

CARTA A MI ESPOSA, DE JOSE MARÍA FERNANDEZ.

"Mi querida esposa:
El lápiz se me cae de la mano, no sé si escribirte o no hacerlo: digo esto porque si te escribo, quizá vaya a aumentar tus dolores; si no te escribo te formarás el concepto de que no te amo, de que no me acuerdo de ti ni de esos hijos tesoro de mi existencia por quienes he derramado abundantes lágrimas.
Voy a decirte: ¿Tendrás valor para escucharme? El 27 de abril de 1927 salí como te dije  en una carta que a México te escribí de Tepalcatepec, y creo que recibirías, salí de San Isidro a Coalcomán a verme con don Guadalupe Lucatero, con el objetivo de arreglar el asunto del ganado que tú supiste; pero a mi llegada a dicho lugar, encontré que el señor Lucatero andaba levantado en armas, y una multitud, por no decir que todos, lo secundaron, inclusive el señor que tu sabes. Llegar yo y ver aquel regocijo, que  el pueblo en masa aclamaba a Cristo que expuesto en la Custodia veía quizá con sonrisa placentera el entusiasmo de sus hijos deseosos de su Dios, al que hombres sin conciencia querían expulsar de las iglesias, de los hogares, etc. 
Ver yo aquel alboroto y sentirme entusiasmado, todo fue uno. La sangre hervía en mis venas,¿y? ¿quieres que te diga?, ¿no te enojas?, hubo unos instantes que me olvidé de mi esposa y de mis hijos, y enchido de febril entusiasmo también yo salí y grité con toda la fuerza de mis pulmones: "¡VIVA CRISTO REY!" -Desde ese instante soy soldado de Cristo, y ya ver{as que tu esposo no rayando a sus sirvientes, no tratando de ganados, no haciendo negocios, sino lo verás con el arma en la mano defendiendo la fe de mi esposa, de mis hijos y la mía. ¿No es esto una prueba del amor que te tengo?... Aquí estoy cumpliendo con un deber de cristiano, y abrazado con una cruz tan pesada que apenas puedo con ella. ¡Cuántas cosas! Hambres, fríos, persecuciones y calumnias, pero lo que más me duele y hace sufrir, es el recuerdo de ustedes... Sé que sufres mucho, querida mía, tú, no acostumbrada a ningún contratiempo de la vida, la única en tu casa y tratada siempre con el mayor esmero!
Y ahora ser yo el autor de tus sufrimientos. ¡Pero que digo, si sé que también eres cristiana y secundarás mi obra en forma distinta!
Yo con el arma y tú con la resignación, yo tostado del sol y hambriento y tú con tus plegarias, estamos fundidos en el mismo crisol trabajando por el mismo ideal y nuestra vista fija en el mismo punto... Dios... Imagínate que hay veces que tenemos combates que duran sin cesar 24 horas y que a diestro y siniestro caen sin vida nuestros valientes soldados. Muchos han muerto en mis brazos y al morir ¿sabes cuál es su última palabra?: "¡VIVA CRISTO REY!" Y enseguida van a recibir su palma a la Gloria... Yo tengo la esperanza de verlos a ustedes aquí en la tierra, pero si muero ten el valor de la señora Gutiérrez" -doña Carmen Alfaro Madrigal viuda de Navarro Origel- "No me llores, por el contrario ofrece a Dios el sacrificio de mi vida, y ¡vive Dios! que si me pierdes en la tierra me tendrás más solícito velando por ustedes en el Cielo. Desde aquella mansión de paz rogaré por ustedes y por todos aquellos que le hagan bien... Por acá se habla de arreglos; ojalá, ojalá y esto sea como lo hemos pedido. Nosotros no cejaremos ni un momento: vencer o morir, así lo hemos pretendido, ofrecido con juramento, y de no ser como lo hemos pretendido, que Dios mejor me quite la existencia.
Te abrazo desde estas regiones desoladoras, y aunque personalmente no estoy con ustedes, sí estoy con pensamiento y los ideales. No te he abandonado, estoy contigo; pero una fuerza superior e irresistible me obliga a dejarlos. Hay algo más grande que la esposa, los hijos y los bienes, y es Cristo por quien lucho, por quien sufro, por quien se debe dejar lo más querido de este mundo. Tocó mi corazón una vez, otra más, y entonces corrí como Saulo y le dije: "¿que quieres, Señor de mí?" "Anda" me dijo, "defiéndeme porque mis enemigos me acosan" . Sin esperar más y sin vacilación ninguna, dejé cuanto tenía: intereses, negocios, y lo más grande, lo más querido: mi esposa y mis hijos. Es muy dulce sufrir por CRISTO REY.
En nuestros sufrimientos tenemos mucho de consolador. Sabemos que nos dicen: bandidos, salteadores, en fin un cúmulo de calumnias. Pero ¿qué importa?, también a Cristo lo calumniaron, ¿y no El mismo ha dijo: "bienaventurados los que padecen persecución por la justicia?"... Por mi no te aflijas, al contrario, vive satisfecha de tu esposo. No te preocupes por el porvenir. Dios estará contigo. ¿Crees que dejará a la familia del que todo lo dejó por El? Imposible. Ya tengo hecho mi pacto con Dios: casi a diario, por no decir todos los días, lo recibo en mi pecho y todo se reduce a hablarles a ustedes... A mis hijos, hazles ver que si los dejé, fué por Dios, no vayan a creer que fueron abandonados por otra causa. Háblales siempre de Dios...
Adiós, mi querida compañera, único depósito de mis sinsabores y dichas; contigo abrazo a mis queridos hijos y sabes que si no nos vemos en la tierra, viviré para ustedes en el cielo.
Tu esposo, José María Fernández .
Dios y mi derecho.
¡VIVA CRISTO REY!  ¡VIVA NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE!  ¡VIVA EL PAPA!


*José María Fernández muerto en combate el día 9 de Mayo de 1929

sábado, 27 de noviembre de 2010

Versos para el 12 de Diciembre

Por: Miguel Agustín Pro, S.J.



¿A quién acudiremos en busca de consuelo,
sin patria, sin familia, sin techo y sin hogar;
Sino a Ti, que dejaste tu trono allá en el cielo
por conquistar la patria que quisiste habitar?

¡Errantes y proscritos, nos vedan, Madre mía,
volver a nuestra patria, que es patria de tu amor;
nos vedan que a tu lado pasemos este día;
nos vedan que a tus plantas pongamos una flor!

Qué importa que la muerte nos quite la existencia,
sufriendo del destierro la amarga soledad,
si en medio de las penas sentimos tu presencia,
sentimos que tu manto nos cubre con piedad.

EL CIERRE DE CULTOS

El cierre de cultos: Julio 31, 1926
J. Jesús Negrete Naranjo
Ecos de la Costa


“Al que has de tratar mal con hechos,
no trates mal con palabras”.
El Quijote.


I
Cayó en los corazones, como un rayo seco en mayo.
Ni la Iglesia ni el gobierno mexicano habían considerado, y rechazaban la posibilidad de una reacción popular ante el cierre de cultos.
Plutarco Elías Calles le propuso a Silvano Barba González el gobierno de Jalisco, para resolver una crisis política local. Silvano rechazó al punto el ofrecimiento: “Señor presidente, todas las circunstancias están en mi contra; usted no quiere creer que los católicos de Jalisco se van a levantar en armas. El General Joaquín Amaro, Ministro de la Defensa Nacional, tampoco me lo quiere creer, y el General Jesús Ma. Ferreira es de la opinión de ustedes”.
Esto ocurría en Julio de 1926.


II
Zuno, gobernador de Jalisco, daba nuevo impulso a la persecución religiosa; en los meses de junio y julio apretó: “En nombre de los principios filosóficos de la Revolución atacó, lleno de sevicias, a los obreros católicos de Jalisco”, según denuncia ante el presidente de la República; el 27 y el 28 de julio atacaron algunas iglesias de Guadalajara las fuerzas municipales de Guadalajara, hubo 600 heridos y numerosas detenciones; los seminarios fueron desalojados y cerrados a punta de bayoneta. Este hecho provocó gran manifestación; Zuno arengó a la multitud.
El joven Manuel Ontiveros, émulo de Anacleto, contestó: La Revolución, manchada con sangre de hermanos, ha sido y sigue siendo una farsa trágica... y en estos momentos, señor gobernador, os mofáis del pueblo, ofreciendo con largueza en público lo que habéis negado con dureza en privado”.
Aquello era un plebiscito, la multitud impidió contestar a Zuno.
Los enemigos políticos de Zuno, consiguieron procesarlo por sus actos de gobierno. Fue desaforado el 12 de febrero de 1926 (Diario de la Cámara de Senadores):
“Zuno ha causado graves males a la Revolución, pervertido los ideales, y hecho perder las bases populares y obreras en Jalisco”.


III
Por parte del gobierno exigiendo acatamiento que se echaba a andar por la violencia, se empleaba la brutalidad sin talento político, se subestimaron campañas educativas y de convencimiento; se hizo el incendio, se sobreestimaba la demagogia Callista; e inició la lucha: injusta, bárbara y estéril.
La conducta de los sacerdotes y del pueblo o de los fieles, desconcertó inmensamente por sorpresiva a Roma y al gobierno.
El pueblo y los sacerdotes tenían fe; el alto clero, el gobierno, opiniones; los mártires, los santos y los héroes florecen en medio de los ideales, bañados por la fe.
El conflicto quedó claramente sedimentado en la conciencia de los fieles, transformándose en auténtica actitud de ¡pueblo cristiano!


IV
“Pues ya lo saben ustedes: no les queda más remedio que las cámaras o las armas”. (Calles a los obispos, 21 de agosto de 1926).
En las cámaras la votación fue: 160 en contra y negando totalmente la petición de los obispos.
Las cámaras se negaron a escuchar y atender. Las armas empezaron a hablar.
El pueblo necesitaba guías y modos de organizarse. La conciencia de la asamblea popular, tiene sus ideales, sus planes, sus actitudes, sus métodos. En tres años de guerra esto se hizo claro y meridiano.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Apoyo y Oraciones desde Chieti, Italia


"El pueblo mexicano ha sido escogido por Dios en nuestros tiempos para patentizar con su heroicidad al mundo entero, que la vida de la Iglesia no fenece, sino que goza de una eterna vitalidad. Por medio de este pueblo quiere el Señor traer a la memoria de todo el mundo cristiano, aquel aviso divino de velar y orar siempre, ya que todas por partes las nubes de futuras tempestades se van haciendo más y más densas.
La heróica resistencia de los mexicanos ha llenado nuestro corazón de inmenso gozo, y rogamos al Señor que se cumpla en ese pueblo aquella divina promesa: Beati qui persecutionem patiuntur propter justitiam quoniam ipsorum est Regnum coelorum".

Nicolás Monterisi, Arzobispo de Chieti, Italia. 29 de Octubre 1927

viernes, 19 de noviembre de 2010

MANIFIESTO CRISTERO 1º de Septiembre

"Respetar la Ley Constitucional en materia religiosa es respetar el Artículo 3º de la Constitución que establece la enseñanza laica" -y ahora la socialista, con la reforma cardenista- "y viola el derecho  del niño a conocer la religión de sus padres; es respetar el Artículo 5º que prohíbe las órdenes monásticas y niegan el derecho a consagrarse los hombres a Cristo en la regeneración del pueblo; es respetar el Artículo 24º que prohíbe las manifestaciones externas de culto y encierra a Jesucristo en las Iglesias, y prohibe al pueblo que lo proclame Rey, en sus ciudades y en sus campos; es respetar el Artículo 27 que niega a los católicos el derecho de propiedad sobre los templos que levantó la fe de sus abuelos y que recibieron de sus padres como un precioso legado, como si las hordas revolucionarias fueran dueñas de esos templos y los pudieran dar a su arbitrio, como lo hacen, a los enemigos de los católicos que construyen  tales templos con sus dineros y sus trabajos. Respetar la ley revolucionaria es respetar el Artículo 130, verdadero código de tiranía, que niega a la Iglesia su personalidad jurídica, tratando como esclava de la revolución a la Señora de las Naciones; que arrebata la familia del seno de la Iglesia instituyendo el matrimonio civil; que considera a los Sacerdotes casi como empleados del gobierno; que niega alos católicos el derecho de asociarse políticamente para defender sus derechos religiosos, como si la Iglesia que tiene derecho para llamar a sus hijos con el tañer de las campanas, para la oración, no lo tuviera para llamarlos al combate con el sonar de sus clarines. Respetar la ley constitucional sobre materias religiosas es respetar los artículos que son los eslabones de la cadena del pueblo".
ARMANDO TELLEZ VARGAS
Armando J. Ayala,miembro del “Círculo Jaime Balmes”, Grupo Local de la ACJM , de la población de Coyoacán, de la Jefatura Local de la LNDLR, en el mismo lugar,y del Ejército Nacional Libertador, siendo clarín de órdenes del General Enrique Gorostieta Velarde, entonces Jefe de ese Ejército en el Estado de Jalisco, muerto en combate en Palmira, lugar del Estado de Zacatecas el 17 de Noviembre de 1927.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¡NON OMNIS MORIAR! ANTONIO ACUÑA RODRIGUEZ

Rancho “El Cedrito” en el estado de Coahuila, un frío amanecer del 13 de enero de 1927. Antonio Acuña y su asistente, un joven de nombre Teodoro Segovia, van a ser fusilados por manos de soldados federales. ¿El motivo? Se trata de dos jóvenes cristeros, defensores de la causa de Cristo Rey en México, caídos prisioneros.

Antonio cuenta sólo con 20 años de edad y es uno de aquellos generosos muchachos como José Sánchez del Río, Tomás de la Mora, Zenaida Llerenas, Salvador Vargas, José Valencia Gallardo o Manuel Bonilla, entre otros muchos, que son auténticos héroes y orgullo de la Patria, porque les tocó vivir una etapa histórica especialmente difícil y ellos respondieron con una altura de ánimo admirable, ya que no dudaron en sacrificar sus vidas en aras de los más nobles ideales que puede proteger un ser humano, la defensa de la libertad religiosa y el honor debido sólo a Dios.

Antonio Acuña Rodríguez era un joven coahuilense que vivía en la capital, Saltillo. Para todos sus conocidos se trataba de un muchacho ejemplar, afable y lleno de vitalidad. Era muy querido por sus amigos y por los adultos, pues todos admiraban su noble comportamiento en el que destacaban varias virtudes, como la nobleza de carácter, la valentía y la fidelidad a la palabra dada.

El secreto de Antonio consistía en que desde muy joven se había afiliado a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), de la cual había abrazado sus altos ideales, ya que dicha organización buscaba la formación varonil y cristiana de los jóvenes mexicanos al servicio de la Patria.

Desde los tiempos de la revolución de Carranza, 1914 y en adelante, la tempestad de la persecución religiosa se había abatido sobre México. Los sacerdotes y los católicos se veían penalizados en el sagrado derecho de su libertad religiosa por ciertas leyes gubernamentales. La constitución de 1917, promulgada en Querétaro, se mostraba abiertamente hostil contra la Iglesia católica y la libertad religiosa de los ciudadanos, que es un derecho humano primario.

Para colmo, desde que entrara a la presidencia, en 1924, el gobierno persecutor de Plutarco Elías Calles se había hecho oídos sordos al diálogo y con su intransigencia logró exasperar los ánimos de la buena gente, provocando con su irresponsable actuación el levantamiento popular de los católicos en defensa de la Patria y de sus valores más sagrados.

Los alzamientos populares comenzaron a mediados de 1926 en diversas zonas rurales de los estados centrales de Jalisco, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán, y rápidamente los ecos llegaron también a las regiones del norte del país. Como muchos otros jóvenes coahuilenses, Antonio se estremeció de indignación al saber que el ejército federal se lanzaba contra los defensores de la causa de Cristo Rey. ¡No, él no podía quedarse con los brazos cruzados cuando en torno a él aumentaban las profanaciones de los templos, los sacrilegios y se dilataba la violenta persecución que amenazaba segar la fuente del valor cristiano en los pechos de los buenos creyentes de todas las edades!

El patrimonio histórico de una nación

La memoria histórica de una nación es un componente esencial de su identidad y un elemento que ayuda a explicar mejor el presente. Quien se olvida de la memoria histórica, o peor aún, quien desea cancelarla se ve en el difícil dilema de vivir en el presente sin saber interpretarlo.

Pretender borrar la historia –ciertamente algo peor es deformarla o manipularla alevosamente– significa el rechazo a juzgar la actualidad con la experiencia de los hechos pasados para olvidar los errores cometidos, o no preocuparse de conocer los ejemplos de personajes históricos dignos de reconocimiento.

Por el contrario, recuperar y valorar la memoria histórica de la nación es un modo de imbuirse en el pasado, mas no con la vana ilusión de reproducirlo anacrónicamente, sino para aportar enseñanzas valiosas que sirvan para iluminar el presente y el porvenir que se debe construir. Es la verdad de los hechos históricos junto con las enseñanzas obtenidas, la luz que ilumina los pasos de una nación y de su porvenir.

En este sentido, los hechos históricos de la Cristiada son todavía poco conocidos en el México moderno, pero hay que advertir que con frecuencia han sido silenciados deliberadamente, y otro tanto manipulados para ocultar la verdad. Pero los nombres de los héroes y de los mártires están ahí y no pueden ser silenciados o ignorados. Por eso es muy oportuno rescatar su memoria del olvido para conocer lo que hicieron y para sacar lecciones civilizadoras que puedan motivar a las jóvenes generaciones.


Dios es primero

Ante la vista de los atropellos que se cometían, Antonio comprendió que había llegado el momento de actuar. ¿Por qué, si no para esa ocasión, se había estado alimentando to-dos los días desde chico, cuando hizo su primera comunión con el Pan eucarístico? ¿Qué era lo que había aprendido como entusiasta miembro de la ACJM, sino que es preciso defender el honor de Dios antes que claudicar delante de los hombres?

El año 1926 tocaba a su fin cuando Acuña, al igual que otros jóvenes de corazón generoso, se alistó en la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, dispuesto a afrontar los sacrificios que esto le supusiera. Desde el inicio su entusiasmo, su deseo de servir a los compañeros de ideal, su valor sereno y su ejemplo bastante conocido en la sociedad saltillense, le designaban para un puesto de mando en el estado mayor de la Liga. Así fue; pronto resultó nombrado delegado por Saltillo, a pesar de su juventud, y se entregó con todas sus energías a desarrollar las actividades pacíficas, que primero ensayó la Liga, pero que no quedaban exentas de peligros para su misma persona, en caso de ser descubierto como miembro de la LDLR.

Antonio soñaba con estudiar en la universidad para capacitarse entre los mejores y poder adquirir un título profesional, que el día de mañana le permitiera ser un hombre de provecho en la sociedad. Pero las circunstancias difíciles que le tocaban vivir y los deberes sagrados con Dios y con la Patria estaban en primer lugar que sus intereses personales, así que no dudó cuando tuvo que elegir. Sabía muy bien todo lo que arriesgaba, pues su activa filiación católica en aquella Liga sería más tarde quizá un obstáculo para terminar su carrera y alcanzar las metas que se había propuesto. Claro, todo esto suponiendo que saliera con vida de la empresa en que se había metido.

Mas ahora no importaba eso delante del deber imperioso de salir en defensa de Cristo Rey y de la Iglesia que veía sus derechos ultrajados en aquel pobre México sometido a la prueba por sus perseguidores. Ese era el presente y ese era el reto y noble ideal por el que apostaría generoso sus veinte años cargados de vitalidad. Pero, ¿y si moría? Pues él estaba dispuesto a dejar la vida sirviendo a la Patria, quien tiene el derecho de esperar que sus mejores hijos la sirvan, poniendo en el empeño los dones de inteligencia y de corazón que Dios les da.

Los jóvenes mexicanos de aquella generación no dudaron en dar su vida para hacerla progresar en la verdad y darle a México un nombre entre las demás naciones libres de la tierra. En cambio, ¡cuántos jóvenes y adultos vagan hoy sin esperanza, sin ideales altos, sin ley ni amor a Dios, cuyo santo temor es el principio de una vida recta y feliz! Hoy parece que los mercenarios del alma, gentes sin escrúpulos ni valores morales, se los arrebatan y les hablan de falsas libertades, les aturden los oídos con derechos inexistentes y contrarios a la naturaleza humana.

Antonio no deseaba morir para servir de ejemplo a las futuras generaciones de jóvenes, ni para que se hablara de él con admiración o tal vez con recelo. Nada de esto le importaba. Él quería sencillamente ofrendar su juventud por Cristo, acudiendo a la llamada de la Patria que estaba siendo vejada y deshonrada en su misma alma católica, en la que radica la esencia de su misma identidad mexicana. Si moría por defender los derechos sagrados de la libertad religiosa de las personas, entonces lo hacía basándose en el ideal puro en su mente y por un fuego de amor que ardía en su corazón. Para ello se había enlistado en la LDRL.

El Ejército liberador de Cristo Rey
Las actividades de resistencia pacífica de la Liga, como el boicot que organizaron contra la compra de los artículos de consumo producidos por el Estado no prosperaron, pues salvo en Jalisco y en algunas regiones del centro, en el resto del país no encontraron la misma resonancia civil. Mientras 1926 llegaba a su fin, la persecución religiosa en México aumentaba de tono. Los asaltos a los templos y parroquias por parte de grupos comunistas denominados “camisas rojas”, las vejaciones y también los asesinatos de católicos, se multiplicaban en diversos puntos de la geografía nacional.

Estaba al orden del día la expulsión fuera del territorio nacional de sacerdotes y de obispos, por el mínimo pretexto. El gobierno de Calles creía que gozaba de total impunidad y libertad para imponer por la fuerza sus leyes inicuas en una nación que veía cómo le pisoteaban sus derechos más sagrados.

También el episcopado mexicano había actuado, pero para ordenar el 31 de julio de 1926 el cese temporal del culto religioso y el consecuente cierre de los templos, iglesias y oratorios de todo el país; lo hacían con el fin de proteger a los sacerdotes que vivían perseguidos y para evitar los actos sacrílegos en los lugares sagrados. Los sagrarios de los templos e iglesias quedaron entonces vacíos y en muchos de ellos la gente había puesto carteles con la leyenda “NO ESTÁ AQUÍ”.

Fue entonces que los buenos católicos no pudieron permanecer más tiempo impasibles ante la vista de tantos desastres e injusticias, y, comenzando por el centro, se levantaron los primeros núcleos de defensores que tomaron las armas para hacer valer sus derechos sagrados. Eran hombres y jóvenes, campesinos en su mayoría, tal vez mal vestidos y pobres de caballos, de armamento y de otros bienes materiales indispensables, pero riquísimos en los más nobles sentimientos de amor a Jesucristo, a la Virgen de Guadalupe, a la Iglesia y al Papa, y llegarían a formar el Ejército Libertador de Cristo Rey.

Antonio Acuña no tardó en alistarse dentro de sus filas, en su tierra natal. Siempre había sido un valiente muchacho y ahora ya era un soldado de Cristo Rey. Por su resolución y su valor, desde el primer momento se colocó al frente de uno de aquellos núcleos, y también se esforzó por reclutar a más defensores. Los jefes de la Liga admiraban el valor y la decisión del joven Acuña, de manera que le dieron el grado de mayor, en el incipiente ejército libertador.

Soldado de Cristo Rey

Como soldado de Cristo Rey su trayectoria resultó muy breve. En Coahuila eran pocos los núcleos alzados en armas y por este motivo, la resistencia fue menor que en otros lugares de México. En realidad hay muy pocos datos acerca de las actividades de estos jóvenes cristeros saltillenses. El caso es que Antonio cayó prisionero, junto con su asistente, Teodoro Segovia, a inicios de 1927. Se les condujo ante las autoridades militares y se decretó la pena máxima contra ellos, y esta disposición debería llevarse a cabo en la mayor brevedad posible, sin previo juicio y sin la posibilidad de la intervención de algún abogado a su favor. Los soldados federales que recibieron la orden sintieron una profunda pena por tener que fusilar a un joven tan amable, tan atractivo por su gentileza y su bondad de corazón, además de tan valiente y conocido en la sociedad.

Alguno le rogó que tuviera consideración de su propia juventud y de su futuro, que se truncaba de modo tan triste; que pensara en los miembros de su familia, en sus amigos. Le prometieron que si renunciaba a la defensa cristera y se unía a los federales, le perdonarían la vida y que hasta podría conservar su mismo grado militar en el ejército. Pero a los ojos y oídos de Antonio todo aquello equivalía únicamente a traicionar a Cristo y la santa causa que defendía, por la que estaba dispuesto a sacrificar su misma vida.

—¡Morir! No crean que eso me apena. Moriré en la tierra, pero viviré eternamente en el cielo con Cristo Rey, a quien he querido servir siempre. ¡Soldados, cumplid con este encargo! También ustedes son católicos y dan muerte a un hermano en la fe. No los culpo, porque sirven al ejército nacional y obedecen las órdenes de sus jefes. Adelante pues, que los perdono de corazón.

Así fue como Antonio y su asistente Teodoro Segovia, dos jóvenes valientes, cayeron fusilados en el rancho llamado “El Cedrito”, en un triste amanecer del 13 de enero de 1927.





¡NON OMNIS MORIAR!

Aquel gallardo joven de veinte abriles,
encanto y esperanza de un noble hogar,
al sentirse hecho blanco de los fusiles,
afirmó sus hermosos rasgos viriles
y miró a sus verdugos sin pestañear.

"Soldados" -Dijo luego con voz entera-:
"Es mi última palabra... voy a morir...
pero no muero todo, Cristo me espera...
ya, teñida en mi sangre, ved su bandera
flotar sobre la Patria y el Porvenir...
En México sus iras vuelca el Infierno,
el tirano se encumbra, gime la ley.
Y yo muero... no importa...Cristo es eterno...
Ustedes son soldados de un mal gobierno,
pero yo soy soldado de Cristo Rey".

Una pausa suprema... brilla la hoja
de una espada desnuda... signo fatal...
Un cadáver encharca la tierra roja, 
y estremece las ramas una congoja:
es el viento que bate su funeral.

Duerme en paz en tu fosa, joven soldado,
con la tierra sangrienta por ataúd...
No dormirá tu nombre, será el sagrado
grito de las batallas, pues ha jurado
salvar a nuestra Patria, la juventud.

Cuando por fin, vencido, ceda el Infierno,
el tirano sucumba, triunfe la Ley,
sonará, son de bronce, tu grito eterno:

"Ustedes son soldados de un mal gobierno, 
pero yo soy soldado de Cristo Rey"

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