sábado, 27 de agosto de 2011

EN DEFENSA DEL MÁS NOBLE Y JUSTO DE LOS DERECHOS


“Después de haberse reunido y deliberado en sesiones anteriores para determinar la actitud que deberían asumir uniformemente frente a la despótica política escolar de la tiranía revolucionaria, ciento cincuenta religiosas-educadoras determinaron dirigir el memorial que a continuación se transcribe, explicando su resolución admirable a los Prelados de la Jerarquía Católica en México, a quienes expresaron con frases plenas de verdad. Su actitud frente al mundo “laicista” y moderno de hoy sirva de ejemplo a las actuales generaciones”:

Al Ilmo. y Rvmo. Sr. Dr. Don José Mora y del Río. Dgmo. Arzobispo de México, y en su persona a los demás Ilmos. y Revmos. Prelados de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana en nuestra República Mexicana:
Atenta y humildemente confiando en el auxilio divino manifestamos:
  • Que estamos unidas y sumisas a nuestros Pastores, formando con ellos una sola alma y un solo corazón, y éste desgarrado ciertamente por la necesidades e inminentes peligros que padece y amenazan terriblemente a nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
  • Que queremos unir a este íntimo sentimiento de justo dolor, la obra efectiva, enérgica y heroica, para alcanzar la libertad mil veces santa de la Vida e Instrucción Religiosa.
Ya sentimos en nuestras conciencias una poderosa voz de alarma, que nos indica el terrible, miserable y aún denigrante escollo en que vamos cayendo, so pretexto de prudencia. Hemos venido diciendo que la instrucción en nuestros planteles es laica; hemos cambiado el nombre de los mismos porque no han de llevar nombre piadoso; hemos sustituido el hábito religioso por el vestido seglar; hemos transformado las capillas en salones más o menos profanos; hemos quitado las imágenes sagradas de los salones, recibidores, etc; y lo que es todavía peor, a los alumnos se les alecciona para que oculten que se les da clases de Religión, que se rezan al comenzar las clases brevísimas oraciones; para que no lleven el Catecismo de la Doctrina Cristiana ni estampa alguna en sus útiles escolares. Se ha venido enseñando vergonzosamente en la práctica a nuestros alumnos a encubrir cobardemente la verdad, destruyendo así de raíz en esos tiernos corazones la fe santa y el valor cristiano.
Además, Ilmos. y Revmos. Pastores nuestros, las Superioras tenemos motivos fundados para temer que “si no somos fieles en lo poco, tampoco lo seremos en lo mucho”, y que “si nos avergonzamos de confesar a Cristo, Él se avergonzará de nosotras”, de lo cual seremos gravemente culpables las Superioras, que con el poder que el oficio nos confiere, hacemos caminar por esa extraviada vía a ese numerosísimo escuadrón de religiosas, que como fieles soldados, sólo van por el camino que las Superioras les muestran. Con todo ese proceder, indudablemente que el corazón y el espíritu humano, aunque religioso, entra en una especie de debilidad y apocamiento, que se va poniendo al borde de una verdadera apostasía.
Por tanto, queremos manifestar a nuestros Pastores que estamos dispuestas con todas nuestras religiosas, quienes hacen suya esta carta que firmamos a nombre de todas, que estamos dispuestas a entrar a dura, efectiva y descubierta lucha, aceptando con la mayor buena voluntad y alegría los mayores sacrificios, aun el de la propia vida hasta llegar a conseguir la reforma completa de los artículos constitucionales que en todas sus formas oprimen y quieren esclavizar a nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y a todos sus hijos sacerdotes, ya nacionales, ya extranjeros, que con infatigable celo y desinterés trabajan en nuestra Nación por la salvación y santificación de las almas.
Estamos dispuestas a obedecer en todo; pero si se nos permite, nos negaremos rotundamente en todos los planteles que tenemos en la República, a aceptar las bases infernales que se quiere imponer a los establecimientos católicos: lanzaremos de esos establecimientos a toda la juventud querida, y cerrraremos las puertas que nuestras manos no abrirán hasta triunfar o morir.
Esa juventud dirá mañana: nuestras profesoras cristianas , religiosas, no nos legaron la instrucción e ilustración, pero nos legaron el ejemplo del amor práctico de la fe, a la verdad y al valor cristiano, en defensa del más noble y justo de los derechos. Trabajaremos industriosamente para el sostenimiento de nuestras comunidades, al mismo tiempo que lucharemos para que no desaparezcan  de nuestra Patria, pues no es nuetro propósito volver cobardemente la espalda a nuestro enemigo, yéndonos a países extranjeros, donde nos llaman con los brazos abiertos, presentándonos vastos campos de la viña del Señor, que están incultos por la falta de operarios. Viviremos en comunidad en pequeñas y modestas casas, vistiendo con el hábito o modesto vestido que acostumbramos, procurando tener en la casa la santa Misa y Comunión diaria. Si esto no fuera posible por falta de sacerdotes, procuraremos ir cada mañana en busca de ese alimento a la iglesia más cercana. En caso de que fuerza mayor quiera impedir esa manera de vivir, nos mantendremos en el derecho que nos asiste de vivir en el interior del propio hogar como nos parezca y de observar las prácticas particulares nuestras. Si esto diere motivo a prisiones, expulsiones, etc; a todo iremos con gusto por la honra y gloria de Dios Nuestro Señor y de nuestra santa Religión.
Ilmos. y Revmos. Sres y Pstores nuestros, la situación difícil y angustiosa por que atravesáis en estos momentos terribles; pero precisamente por ello y en cumplimiento de nuestro deber, esta parte débil del Cuerpo Místico de la Iglesia, que se cree obligada a manifestar a sus Pastores esa voz de la conciencia, pide y ruega que se le admita en las filas que han de pelear en las batallas del Señor. Os rogamos de corazón que no vaciléis en ordenarnos cosas arduas y difíciles en la batalla; pues estamos seguras de que contamos con el auxilio divino del Señor, fuerte y poderoso, el Señor poderoso en las batallas.
Esperando ansiosas oír la voz de combate de nuestros Pastores, y la aprobación de lo que les ofrecemos, pedimos, como hijas fieles y obedientes, la bendición pastoral de todos y cada uno de nuestros Ilmos. y Revmos. Prelados.

México, D. F. a 19 de Marzo de 1926. Dolores Sandoval, Superiora del Buen Pastor.

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